jueves, abril 25, 2024
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 No olvidemos el legado de la lucha estudiantil del 68

Opinión de Gabriela García

Sin duda el movimiento estudiantil de 1968 sacudió la estructura socio-política de México, a 53 años de este acontecimiento debemos sacar lecciones concretas que apuntalen la lucha de los mexicanos en la búsqueda de justicia social que sigue haciendo falta en el país, porque al paso de décadas muy poco ha cambiado.

Si hay algo distinto, es que en aquellos acontecimientos los estudiantes sufrieron el poder del estado autoritario provocando el derramamiento de sangre, en cambio, ahora Morena persigue a la oposición de forma sistemática desde que asumió el poder federal y es difícil de calificar que es peor, si sufrir por las balas asesinas o aguantar la persecución permanente y el escarnio público que hace recordar los tiempos en que obligaban a los acusados a usar el Sambenito como símbolo de la inmoralidad encarnada, de acuerdo a la visión del inquisidor López Obrador.

                Sin embargo, podemos afirmar que el movimiento referido fue un acto espontáneo pero tuvo una amplia participación de las bases estudiantiles a la que poco a poco se incorporaron fuerzas populares que apoyaban abiertamente a los jóvenes o vieron la oportunidad de plantear sus propias demandas, pero destaca que al no tener una ideología definida no pudieron plantear demandas claras y precisas por lo que se referían solamente a las fallas del gobierno que ofendían a la gente, es decir, no tenían verdaderas demandas que sacaran al país del rezago económico y se enfocaron en criticar el monopolio y abuso del partido en el poder, es decir, en contra del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

                Cabe decir que los estudiantes protestaron aquel 2 de octubre por la supresión del Artículo 145 bis del Código Penal el famoso delito de disolución social, instrumento jurídico de la agresión que asentaba: “Comete el delito de disolución social, el extranjero o nacional mexicano, que en forma hablada o escrita, o por medio de símbolos o cualquiera otra forma, realice propaganda política entre extranjeros o entre nacionales mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de acción, de cualquier gobierno extranjero, que afecten el reposo público o la soberanía del Estado Mexicano”.

                También hicieron suya la denuncia de los abusos del Cuerpo de Granaderos, instrumento directo en la represión policiaca y exigieron la no creación de cuerpos semejantes, además demandaron mayor democracia con derechos políticos, esta era una problemática real que molestaba a muchos, fundamentalmente a grupos de clase media alta, intelectuales, universitarios y también a algunos dirigentes obreros y populares, pero abundaban contradicciones e intereses de grupo que no permitieron unificarse para hacer frente a la persecución del estado, que evidentemente estaba decidido a terminar con las protestas por considerar el hecho como un desafío que ponía a en aprietos la continuidad del régimen.

A pesar de todo hubo experiencias que los verdaderos luchadores sociales, los que seguimos al lado del pueblo no debemos desaprovechar. En 2021 la brecha divisoria entre ricos y pobres se ha hecho más grande, a grado tal que la riqueza se acumula en no más de cien familias que con el gobierno de la transformación siguen ocupando su lugar, aunque haya consentidos del mandatario, por lo que la lucha por una repartición más justa de la riqueza social sigue siendo una tarea pendiente.

Por eso, los mexicanos conscientes no debemos quedarnos conformes repitiendo las frases como  “el 2 de octubre no se olvida”, que se limita a denunciar el derramamiento de sangre que ejecutó el gobierno con el silencio cómplice de las clases adineradas, a las que siempre les preocupan los movimientos sociales en razón del riesgo que tienen sus fortunas. Hoy la clase trabajadora de México sigue siendo sobre explotada y el gobierno sigue protegiendo los privilegios de los capitalistas, que como se dijo antes, hacen negocios con el estado protector, como el de antes, aunque ahora se declare que son primero los pobres.

 Una manera de honrar los logros de las luchas sociales a lo largo de la historia es aprender de sus errores y evitarlos en nuestra actividad práctica. De poco sirven las conmemoraciones si no estamos dispuestos a hacer nuestros los ideales que defendieron las víctimas, dejemos a un lado los recuerdos que nos dejó el movimiento del 68, pongamos en práctica su enseñanza y que las vidas perdidas no sean en vano.